Gripe

Con lo que cuesta construirse una vida tranquila, alejada del fango y la sangre; una vida de sacrificios que luego dan fruto, de algún que otro “gusto”, de un viaje o dos; con lo que cuesta desconectar los equipos de respiración asistida y acabar con esa agonía de aferrarse a lo que ya está muerto, enterrar todos los sueños y los “pudo haber sido” en una tierra seca desde dónde nunca más puedan retoñar, para que jamás se atrevan de nuevo a asaltar nada; con lo que cuesta dejar lo que hasta ese día fue la vida, arrancarse de la piel toda la historia, cortarse el pelo y con él cualquier raíz; con lo que cuesta empezar de cero, pretenderse huérfana de país, mirar hacia el otro lado mientras la familia y los amigos se van acabando, ignorar cómo se queda vacío el teatro… y entonces tose mi abuela desde la sala, y regresa absolutamente todo.

Cada 90 días, a veces menos, me doy cuenta de que en realidad no me he ido de Cuba.